En los tiempos que corren, bien conocida para cualquier persona es la leyenda del impero perdido de Atlántida, ciudad que se caracterizaba por una riqueza científica y cultura inconmensurable para cualquier otra población. Esta pequeña, aunque envidiada isla, era regida por el dios Poseidón, poseedor de los mares.
Según el relato, sus residentes se volvieron tan codiciosos que Zeus, el rey de los dioses, decidió castigarles con fuertes maremotos, lo que llevó a ésta próspera ciudad a su extinción final.
Unas cuantas ruinas sumergidas en lo más profundo del océano y una historia que contar de generación en generación serían las últimas cenizas de la más próspera civilización que nunca hubo existido.


Sin embargo, ¿Quién diría que esta historia que todos contemplábamos como un mero entretenimiento se convertiría en la más viable escapatoria a la extinción humana?
Nos situamos en un contexto actual, en el que una vez más, la avaricia humana ha logrado destruir todo a su paso; con el tránsito de los años, los recursos terrestres que siempre hemos visto como infinitos comenzarían a agotarse.
Los líderes del mundo se concentraron en hacer que la población no entrase en pánico, sin molestarse en buscar alguna solución.

El grupo de individuos que decidió no quedarse de brazos cruzados por fin actuó, renombrando la famosa leyenda para desarrollar un proyecto que tenía como objetivo encontrar una nueva forma de vida para los humanos.
¿La idea? Como dicen, no hay mejor plan que volver a los inicios, por lo que el Proyecto Atlantis nació.

Meses demoraron en construir una cúpula en lo más profundo de las costas asiáticas, más concretamente en aquella zona que separa Corea, China y Japón, mientras otro grupo de científicos se encargaba de buscar a los que serían los sujetos de prueba.
¿Quiénes serían los potenciales sujetos? Personas con talento, indispensables para la supervivencia humana; científicos renombrados, profesores destacados, cocineros de cinco estrellas o artistas con creatividad desbordante, entre muchísimos otros (estilistas, abogados, informáticos, etc..). También entra, por supuesto, cualquier persona que contase con cualquier habilidad especial; atletas súperveloces o con una fuerza asombrante, estudiantes con real talento para la lengua o el cálculo mental, o incluso memoria fotográfica.

Otra manera de conseguir una plaza en este proyecto sería a base de dinero. Por supuesto, los científicos implicados han requerido de abundantes fondos para poder llevar a cabo semejante proyecto, así que para cualquier ayuda económica era recompensada con un pase directo al proyecto en cuanto éste diese comienzo.


Lo siguiente que cualquier interesado debe saber es qué se debe hacer una vez en el proyecto, y esa respuesta es tan sencilla como simplemente convivir los unos con los otros.
Vuestros jefes se han tomado las molestias de acondicionar todo el interior como si de cualquier ciudad normal y corriente se tratase, así que, a vuestros ojos, nada ha ocurrido. Contaréis con los mismos establecimientos y trabajos que podríais encontrar en cualquier población. Lamentablemente para algunas personas, esto también incluye ciertos negocios ilegales o lugares nocturnos de los que poca gente se fiaría.


Para aquellos que aún no hayáis concluído vuestros estudios, ¡No os preocupéis! En Atlantis contamos con una escuela secundaria y un campus repleto de todo tipo de universidades que podáis necesitar, de esta manera, los profesores también tienen más salidas laborales.
Y en efecto, aunque los jefes de la operación no recluten a menores de edad, las personas adineradas puede comprar pases para toda su familia de así quererlo.

Lo único fuera de lo común que encontraréis aquí dentro (aparte del hecho de estar rodeados por agua) es el tema de las viviendas. Mientras que en las metrópolis tradicionales de caracterizan por contar con distintos barrios y edificios, en Atlantis encontraréis lo que es conocido como el edificio central, en el que conviviréis los unos con los otros.
No tenéis mucho de lo que preocuparos, cualquier vivienda contará con su propia cocina, baño, sala de estar y habitación individual o doble, o incluso dos habitaciones si cuentas con algo más de dinero.
Contamos simplemente con dos formatos que dependerán exclusivamente de la razón de tu ingreso en el programa:

CLASE ALTA

Se trata de los áticos del edificio, formados por lujosos muebles y unas vistas al mar abierto envidiables por cualquier persona de a pie, además de un servicio de catering si así es requerido por el dueño de la casa.
Aquí viven los ocupados de financiar el proyecto o aquellos talentos que han decidido aportar un dinero extra para contar con las máximas comodidades.

CLASE MEDIA

Se encuentran repartidos por el resto del edificio; sus viviendas son ligeramente más humildes, siendo el cambio más notable la diferencia de tamaño con los áticos, además del servicio de catering que, sintiéndolo mucho, no se encuentra disponible.
Por lo demás, aquí conviven el resto de los llamados a participar en el proyecto.

En cuanto a los alrededores, solo con distaciarse un pelín del núcleo urbano podréis encontrar infinidad de huertos (en lo que consiste la mayor parte de la alimentación humana) o invernaderos.
Para los amantes del arte y la antigüedad, caminando hacia el noroeste de la cúpula podréis encontrar infinidad de monumentos clásicos que explorar en vuestros días libres.
Y para los más curiosos; efectivamente, contamos con un lago artificial que os servirá como playa hasta que seáis capaces de regresar a la superficie. Os recomendamos encarecidamente visitarlo con vuestros amigos para pasar alguna tarde sin tener que preocuparos porque el Sol os abrase la piel.

Por supuesto, está terminantemente prohibido salir a la superficie sin lasupervisión y previo visto bueno de los jefes, y aunque contéis con llamadas y señal red para comunicaros con vuestra familia y amigos, tenemos que advertiros de que estre proyecto es extremadamente confidencial.

Dicho todo esto, esperamos con ansias vuestros perfiles para ingresar a Atlantis.

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